A siete kilómetros a Norte de la ciudad se encuentra el monasterio de la Cartuja. Fue Gian Galeazzo Visconti a querer el grandioso complejo al límite del parque, con función, aparte de capilla privada por la devoción, también de mausoleo familiar.

La primera piedra fue puesta en el 1396, en lleno período tardo gótico, pero sólo en la segunda mitad del ‘400 el edificio fue completado en el rico vestido decorativo renacentista, que lo hace uno de los monumentos más prestigiosos del arte italiano.

Hay que admirar en particular la espléndida decoración escultórica de la fachada, en mármoles blancos y polícromos, el tríptico en diente de hipopótamo en la sacristía vieja, el soberbio ciclo pictórico pintado por el Bergognone en el transepto de la iglesia, el increíble trabajo de entalladura leñosa del coro y los ricos adornos en cotto de los dos claustros.